La vida es pura estrategia. Es una lucha sin cuartel contra todo lo que nos rodea: luchamos por mantener el amor de nuestros hijos y seres queridos, por conservar nuestro trabajo, por custodiar los bienes que con poco sudores hemos conseguido, por salvaguardar el honor de nuestro nombre, por defender a fin de cuentas todo eso que sentimos como "lo nuestro", con ese orgullo tan inútil como a veces necesario.
En esta partida, a la que todos nos vemos obligados a jugar por el solo hecho de nacer, tan solo se consigue a veces el conducir al hombre a su propia desvalorización y a la de su propia naturaleza que le rodea, para dedicarnos a la contemplación de la ruina en que uno se convierte, pues si bien también nos lleva a reflexionar sobre la fugacidad de la vida para darnos cuenta que tan solo es una ilusión, nos mete en un honda crisis engendradora del desengaño más abrumador.
Conscientes de que todo es lucha, sueño, ruina y el final inexcusable de la muerte, no nos queda más remedio que concebir el mundo como un gran teatro o un gran tablero de ajedrez en el cada uno somos una pieza que representamos nuestro propio papel y donde desde que nacemos, en ese mismo momento estamos empezando a morir. El día que seamos conscientes de todo ello empezaremos a ser felices de verdad aprovechando cada segundo que la vida nos ofrece; disfrutemos de esta partida de las que hemos sido invitados a participar, no la veamos como un enfrentamiento con nadie, pues nuestro adversario es nuestro compañero en este devenir de las cosas.
No aspiremos a producir sensación de serenidad, seamos desmesurados y provocaremos sorpresa y admiración de aquellos que estén pendientes de nosotros; hay veces que hablo mucho de mí porque soy el único amigo que tengo a mano, ¡que triste que sea así! y ten presente que aquel que se dice tu amigo y te perdona un pecado o una falta que tú sabes no has cometido, se está perdonando a si mismo su propio pecado. Caigamos en el error pero sepamos salir de él; cualquiera puede equivocarse, pero ninguno, salvo los necios perseveran en el error. Además de vez en cuando un tonto debe de tener razón.
Insiste, se perseverante, y no olvides que desde el momento que no puedes lo que quieres, has de procurar querer aquello que este al alcance de tus manos y te sea posible, de esta forma no caerás en el tedio y podrás caminar con la cabeza bien alta ante tus semejantes. Y cuando te alagen o te obsequien sin saber tú muy bien el porqué de ello, se lo suficientemente inteligente para discernir entre el obsequio que es un insulto y el que es una manifestación de respeto y admiración, algo que muy pocas personas están en condición de hacerlo.
No te aferres a lo material y al dinero; cierto que es necesario pero ya se sabe: "el dinero se adquiere con trabajo, se guarda con temor y se cuando se pierde produce mucho dolor". Utilizalo en tu beneficio pero que nunca él te utilice a tí; y de los amigos más de lo mismo, no consumas tus energias y tu felicidad en vengarte de ellos; la propia vida hará al final su cometido mejor que uno mismo pues el mejor hombre es aquel que se sonroja cuando lo elogian y permanece en silencio cuando lo difaman.