sábado, 9 de enero de 2010

La ilusión jamás perdida

Cuantas veces nos ha podido la soledad y nos ha llevado a lugares y momentos que nunca pensamos en que formaran parte de nuestra vida. Cuantas veces nos hemos dejado llevar por la fantasía y los sueños, para salir de esos mismos lugares y momentos. Cuantas veces dimos consejos a quienes quisieron embarcarse en esa misma aventura de soledad y desventura. Cuantas veces, cuantas, dijimos ¡ya nunca más me invadirá el desaliento y la desesperanza! Observar las olas del mar llegando con su esfuerzo titánico a la orilla, viendo en ellas nuestra propia vida en un ir y venir frenético para luego confundirse con su alma gemela que viene tras de ella, sin darse cuenta que eso acabará con su propia existencia, pero que es tan irremediable como fugaz.
Días grises que oscurecen todo asomo de ilusión y ganas de vivir más allá incluso de nuestras propias posibilidades, pero que son reflejo de ese estado interior que no dejamos asomar a la propia existencia, escondiendo deseos y miedos, frustraciones y anhelos, en una maraña de momentos inequivocamente superfluos y desmedidos.