martes, 14 de junio de 2016

Nocturno



En esas noches apacibles, en calma, donde el tiempo parece detenerse para no perder ni un instante del mágico momento en que la penumbra y la soledad nos invade y nos arropa para dejarnos expresar desde lo más profundo de nuestro ser todo aquello que de otra manera y circunstancia no podría aflorar más allá de nuestro interior. La noche con sus sombras perpetuas que nos mantienen alerta y tan despiertos y atentos que Ana puede escapara nuestro control aunque sea de forma momentánea y personal. Momentos en los que la verdad y la sinceridad no dejan espacio al desvarío que en otras condiciones tomarían el mando de nuestros propósitos actos y pensamientos.
Y todo ello tal vez acrecentado por el echo que a partir de una edad en la que las vivencias han colmado el tiempo que no se ha desperdiciar para aflorar todo ese pensamiento inconsciente, o tal vez de lo más consciente aunque reprimido, que nos retuerce y empuja por dentro, buscando una salida tan necesaria como el fluir de la propia vida.
Momento definitivo, necesario y vital para dar rienda suelta a ese caballo desbocado que son los pensamientos y los sentimientos que intentan escapar de sus propios condicionamientos, que la propia sociedad o entorno nos hace mostrarnos tan diferentes e irreales que uno pierde su propia esencia en detrimento de la realidad limitadora y opresora.
Quisiera expresarme con toda la propia plenitud de mi ser, de mi pensamiento, de mis razones y justificaciones, sin cortapisa alguna para poder así sentirme vivo, realizado y tal vez más libre de lo que soy y me siento en realidad; y es or todo ello por lo que uno se ampara en la individualidad de la noche, en la soledad, con la certeza de ser uno mismo en su potencialidad, no dependiendo en modo alguno de nada que uno no pueda controlar al menos mientras está a solas consigo mismo.
Porque, ¿qué hay más hermoso y verdadero que valerse de la palabra libre para expresarse uno en toda su plenitud?. Pues esta debería ser a forma en que uno dirime su quehacer al menos en estos momentos en los que  se siente pleno y real como debió de ser siempre. Y lo que uno quiere expresar en esos momentos no es sino su vivencia más vital, apartado de todo condicionamiento propio o ajeno, siendo así que no hay lugar para el autoengaño que tanto nos limita y condiciona en el día a día.
Actuamos sobre todo en función de lo que se espera de nosotros por parte de nuestro entorno, ya sea la familia o la propia sociedad en la que estamos necesariamente inmersos, pero con las limitaciones que nos permiten seguir adelante para no separarnos ni un ápice de todo lo convencional y esperado. De no ser así seriamos tan diferentes que nuestra propia individualidad quedaría apagada y retraída por el bien de los demás pero no de nuestro propio ser. Y se llega a una cierta edad en la que todo esto nos importa tan poco, que dejarla de lado o ignorarla no nos produce ya la más mínima preocupación, y le damos tan poca importancia que nos dejamos llevar ya por los propios impulsos y deseos sin tener en cuenta esa correlación que nos limitaba y nos hacía ser uno más del engranaje de la vida.
Pero qué importa todo ello, si la vida ya no me puede condicionar más de lo que ya lo hizo, pues nada cabe esperar cuando estas ligado a un pasado que ya no se puede cambiar.

domingo, 12 de junio de 2016

Noches de ensueño

La noche es lo que tiene, que uno se pone a pensar de una manera tan distinta  de lo cotidiano, aunque de forma tan real , sincera y verdadera como,la,del propio "yo" cuando se disipa y libera de los propios condicionamientos del propio ser. Es cuando uno se muestra más sincero consigo mismo y con ese mundo exterior que le bloquea y le reprime en tantas ocasiones, en la que uno no sabe si habla por su inconsciente o por sí mismo sin ningún tipo de traba ni convencionalismo impuesto.
Es en esos momentos en los que la realidad y la fantasía, o mejor dicho la realidad y el instinto se unen en un solo ente que le permite a uno expresarse con su interioridad oculta, cuando no reprimida, para dar rienda suelta a todo cuanto le empuja desde lo más profundo a seguir adelante.