miércoles, 19 de septiembre de 2018

Infinitud de pensamiento


Es la hora de la noche oscura, solitaria, la hora de los recuerdos aflorando a la superficie para hacerse más y más conscientes, reales, acusadores en ocasiones; recuerdos de pensamientos pasados en los que apenas uno preveía los desencantos y sufrimientos que el devenir de los años nos depararía la soledad, las privaciones y la nostalgia.
Ahora no estamos en condiciones de despreciar aquellos tiempos en que bastaba un beso, una mirada, una caricia o tan solo una carta de la persona amada para sentir que la vida valía la pena de ser vivida; tiempos en que las "malas pasiones" se apagaban poco a poco, para dejar lugar a expresiones excepcionalmente intensas de amor y ternura, momentos en los que uno delicadamente decía que se había casado antes incluso de la propia boda.
Uno no confiaba en que nunca nada bueno pudiera ocurrir por si mismo; duramente había que luchar por todo lo que se quisiera alcanzar en la vida. La adaptación mutua que solía ocurrir entre dos personas progresaba favorablemente dentro de la relatividad de esas "cosas" de las relaciones humanas. Uno pensaba que los instintos eran más poderosos sin duda alguna que los del común de los hombres, pero también eran eran mucho más poderosas las represiones a las que se encontraba sometido por el entorno social y familiar. 
He reclamado de mi con demasiada intensidad, y hasta frecuencia, lo que no estaba en mi naturaleza y nada pude ofrecerme a cambio de todo ello. Los lazos de sangre y los sufrimientos en común con las personas a las que amamos de una u otra forma, constituyen la base de los vínculos más firmes y duraderos que se pueden establecer entre dos personas. Yo era una de esas personas que con el paso e los años ni mejoraba ni empeoraba; tan solo envejecía, reconciliándome con el hecho de ser quien al menos quería ser. No se puede saber si se es el objeto del amor y cariño de los demás o tan solo logramos ser, o al menos aspiramos a ello, la consagración lograda del concepto que los demás tienen de nosotros.