sábado, 9 de enero de 2010

La gran esperanza


No se le puede pedir más a la vida, y sobre todo en estos tiempos tal y como están las cosas. Salud, trabajo, el amor de los tuyos, una nueva vida en ciernes deseada desde lo más profundo del corazón, ilusión por la vida misma, ¿que más puedo ya pedir!.
Como esta fachada antigua, que nos invita a rememorar el pasado para apreciarlo en su justa medida, hoy en este mundo tan ajetreado y lleno de prisas y desencantos, me retorna a una tierna infancia, en ese lugar apartado del mundanal ruido, donde tradición y vida se aunan para formar una sola entidad indestructible por el paso del tiempo. Antaños sueños tenidos por imposibles con el tiempo se vuelven tan a nuestro alcance, que más que sueños nos parecen ensoñaciones en el reposo de la mente para poder sobrellevernos a nosotros mismos.