No creo en casi nada, ni nada me hace creer; pero amo la vida pues aquel que no aprecia su propia vida, no es digno de merecerla. El secreto de la felicidad no consiste en hacer siempre lo que uno quiere si no en querer y disfrutar de lo que uno hace, compartiendo esa dicha con aquellos seres queridos que te rodean. Y hagamoslo sin pensar en los demás, en el que dirá, que pensarán de mí; el secreto de nuestra fuerza consiste en saber que los demás probablemente sean más cobardes que nosotros mismos ante los mismos problemas que la vida nos presenta, y además el silencio es un amigo, el mejor amigo pues nunca te traiciona.
Da igual que seas más o menos joven o viejo, no obstante envejecer es la única forma de vivir mucho tiempo, así que aprovechemoslo , aunque a veces nos sintamos tan solos que nos veamos ni tan siquiera reflejados en el espejo. Pero ahí estamos en el día a día, ya que necesitaremos toda una vida para empezar a aprender a vivirla sin contratiempos, como nos de la gana, sin ataduras y cuando sea necesario con ese silencio que jamás nos traicionará, pues no he conocido a nadie que se halla tenido que arrepentir de algo que no ha dicho. En ese largo deambular por la vida aceptemonos tal y como seamos, pues la vida que se quisiera tener perjudica seriamente a la que en realidad tenemos, a esa que nos han dado nuestros padres tan generosamente, y hagamos lo que hagamos, si nos hace sentir bien no hará necesario que demos explicaciones de ello, pues al hacerlo sería como un signo de debilidad de nuestros propios actos y de su consiguiente explicación.