domingo, 21 de marzo de 2010

Esperanzas cotidianas













Como restos que llegan a la orilla desorientados
sin haber tenido un rumbo fijo ni definido
así arribamos al final de nuestras vidas
sucumbiendo a las corrientes del entorno
que dirigen sin retorno hacia una meta
hacia la que la mayor parte de las personas
no queríamos ir y menos de manera forzada.
Pero una vez que hemos sido arrastrados
siempre hay alguien esperando en esa orilla
que es el ocaso de la existencia
hacia la que fuimos conducidos sin cesar
con la intención de hacernos complices
de su propia y vacia existencia.
Sentados en la orilla oteando el horizonte
damos rienda suelta a nuestra imaginación
para darnos un soplo de aire fresco
que nos haga ver el futuro próximo
con más esperanza y entereza
que la de la soledad del eterno luchador.
Vemos ir y venir esas olas impersonales
que toman formas familiares y cercanas
queriéndonos dar a entender con su vaivén
que la vida es un ir venir tan impredecible
como esperanzador en su propia conquista.