Cuando la mente y el corazón caminan juntos
por las sendas de los sentimientos,
cuando la razón deja paso a las pasiones más íntimas
para no chocar en el logro de un mismo objetivo,
cuando la soledad impera a nuestro alrededor
como sombra que acompaña a su impuesto dueño,
cuando la visión de un futuro cercano
se nos antoja más lejano que nunca,
cuando sometemos el entendimiento a locas especulaciones
sobre la propia vida y su fatal desenlace,
cuando nos damos cuenta de lo poco que hemos hecho
y de cuanto nos queda aún por realizar,
solo vemos por nuestros ciegos ojos
aquello que queremos ver pero que no existe
como espejismo improvisado para subsistir
entre las dunas abrasadoras del desierto
que es la propia vida en peregrinación
a la memoria en que quedará convertida.