domingo, 21 de marzo de 2010

Compañero eterno y efímero










Compañero cotidiano, amigo de soledades
que en el día a día me acompañas enmudecido
sabiendo que tu fin, es el comienzo de mi placer,
que permanecerás en mi recuerdo cuando tu cuerpo
convertido ya en ceniza, me halla dado minutos inolvidables
de serenidad y deleite para todos y cada uno de mis sentidos:
El tacto de tu suave hoja torcida con el esmero y cariño
de quien sabe apreciar el trabajo que realiza,
El gusto que provoca tus oleadas de humo
jugando en mi boca para coger mi aliento
y salir al exterior llevándote algo de mi,
El olfato de esa combustión que produce
deleites jamas imaginados de otra forma,
El oído al encenderte con el cariño que se merece
tu larga labor para llegar a ser quien eres,
La vista, como no, pocos placeres son inigualables
a verte en compañía de tus semejantes
en una hilera de hermosura, perfección y esplendor
seduciendo a quien te observa, sea por primera vez
o al que viéndote en el día a día impaciente espera
el momento de llegar a casa y sentado en su viejo sofá
admirarte descansando en tu caja de madera
para al abrirla pedirte permiso para cogerte entre sus dedos
y dándote las gracias por tu existencia
en silencio pedirte permiso para llevarte a su boca
y proporcionarle esos momentos de perfecta embriaguez.