A ti viejo amigo, que me acompañas con la pequeñez de tu propia esencia, invisible a quien te busque con desden y dudando de tu existencia, te agradezco tantos y tantos momentos de compañía invisible pero percibida desde lo más profundo de mi ser; a ti que compartes con quien te necesita en su corazón sin pedirle nada a cambio, tal vez tan solo su sincera lealtad hacia tu mundo; a ti te doy las gracias porque sé que siempre estará ahí donde y cuando te necesite. Con solo sentir tu presencia me da fuerza y vigor suficiente para afrontar los embites de la vida.