martes, 23 de febrero de 2010
Amigo inseparable
Que te puedo decir que ya no sepas
amigo que naciste de un árbol caído
tal vez maltratado cuando fue joven
jamás venerado por quien te planto
pero que con tu ultimo suspiro
sabias que ibas a perdurar en el tiempo
en blancas hojas de papel
para servir de cuerpo a tantas historias
que sin tí no tendrían presente ni futuro
pero que con tu generosidad
y sin pedir nada a cambio
me sirves a mi y a tantos otros
de lecho de mis propias fantasías.
¡Que haría yo sin ti!
sin poder tenerte entre mis manos
sintiendo el saber de tantos maestros
que plasmaron con ilusión
la experiencia que adquirieron
con tantos hermanos tuyos
perdurando a través del tiempo
resistiendo embestidas de ignorancia
de barbaries, tosquedades y torpezas
por aquellos que en insana ineptitud
no supieron entender tu grandeza
necesaria para el saber de los hombres.