Los recuerdos forman parte de nuestros pensamientos, y pueden convivir consustancialmente entre nosotros con el placer que nos producen los que son felices pero conviviendo con el mal presente, y como decía el poeta, "tanto es el mal que mi corazón siente, que solo la memoria de un momento, viene a ser para mi crudo accidente".
Recuerda uno cuando conoció a esa mujer a la que considera principio y fin de nuestra existencia, y te mantiene en vilo con tal fortaleza y alegría que te llena de buena voluntad y mejor entender las cosas. Una mujer así te hace ver con tu mejor mirada lo que te conviene o no en tu vida, dejando de ser tu lecho un lecho de batalla para convertirse en un remanso de paz donde dos almas gemelas van conformando un solo ser.
Y en ese recuerdo queda anclado la sensación de aquel reposo que nunca uno solo pudo alcanzar en la vida, caminando entre filosofías tristes y penosas, pero que esa mujer, ese ser que ya forma parte de ti, esa sola mujer el buen descanso y reposo te asegura.
Alguien dijo alguna vez, de forma acertada y sentenciosa:
"Comamos y bebeamos sin recelos
la mesa de muchachos rodeada
muchachos que nos hagan ser abuelos".