lunes, 14 de enero de 2008

De espalda a la vida y al amor

Vivimos en un mundo lleno de soledad y desamor, de hipocresía y falta de escrúpulos, inhóspito, donde la gente en pocas ocasiones ama de verdad y cree en lo que hace, y menos en lo que dice, que casi es contrario a lo que piensa.
Un mundo en el cual el vacío que deja el amor nos lleva a añorar el pasado, pues el amor lo determina todo, lo altera todo y de que manera, hasta el punto de paralizarse nuestra vida mental en limites que cuanto nos rodea a veces deja de existir; es bonito amar pero es extremadamente nocivo reducir la realidad de nuestro entorno en una sola persona para ver al resto del mundo a su través, pues cuando esta persona no está a nuestro lado el vacío nos invade y nos paraliza.
A pesar de que la ausencia de la persona amada es terrible, siempre nos queda la esperanza y la ilusión del reencuentro, más cuando su presencia sentimos que no nos acompaña solo nos queda como resultado una gran desesperación.
Como dijo el poeta, "el amor se va de entre las manos con la prisa de los ríos" y es tan fugaz y pasajero que si nos paramos a mirarnos en su corriente, solo vemos del amor el recuerdo.
Cuantas veces imaginamos las cosas de forma tan distinta a como son, que uno se desanima y cae en la desidia y el abandono, y la única posibilidad de poder seguir viviendo es que el tener esperanza de algo es siempre mejor que conseguirlo.