Mi universo más mágico es aquel que solo yo puedo crear y nadie puede cambiar. Lo siento, hay puertas de la intimidad que jamás deben de abrirse y menos ser traspasadas por nadie ajeno a tu propia vida. Y el tiempo ¿que es el tiempo, si no el espacio entre dos recuerdos de hechos ya vividos?
En mi universo mágico existen lugares en los que se pueden estar fuera de ellos durante largas temporadas de una vida, porque son lugares para soñarlos, para echarlos de menos y recrearnos con su simple recuerdo, lugares que se agrandan mas y más con el recuerdo y el vivo deseo de regresar a ellos.
En mi universo mágico existen lugares en los que se pueden estar fuera de ellos durante largas temporadas de una vida, porque son lugares para soñarlos, para echarlos de menos y recrearnos con su simple recuerdo, lugares que se agrandan mas y más con el recuerdo y el vivo deseo de regresar a ellos.
Se ha de amar el mundo a través de los ojos de quien se ama y respeta y debemos de aspirar a mejorarlo porque justamente a quien amamos y queremos lo habita y forma parte consustancial de él. Más para querer y amar a alguien no es necesario afirmarse frente a él, ni diluirse y desparecer en su persona, sino que hemos de representar sucesivamente y de forma ininterrumpida todos los papeles con el convencimiento de que el "nosotros" fortalece y multiplica nuestro "tu" y "yo".
Como decía San Francisco de Asis: "se necesitan para vivir pocas cosa, y esas poquitas cosas se necesitan bien poco". Por eso despojemonos de todo lo superfluo y no nos ocurra como a esa halaja que nos adorna de forma tan superficial pero que para algunas personas acaba por hacerse imprescindible. Seamos nosotros mismos, fieles a nuestro propio yo, convencidos de ello, y no hagamos que nuestras emociones se expresen con el único fin de producir una respuesta en los demás, la cual no será de ningún modo ni espontánea ni verdaderamente fiel ni a ella ni a nosotros.
Una máxima budista dice: "no interrumpas jamás el bienestar" pero tampoco dejes por cobardía o por desidia permitir que se escape la posibilidad de una amor o una amistad consentida.
La libertad para vivir y pensar a veces puede llegar a resultar turbulenta, pero no por ello hay que renunciar a ella, sino que hay que ejercerla con todas sus consecuencias y con mucho coraje y valor, haciéndonos responsables de todo cuanto hacemos, elegimos o llegamos a poner en práctica.