"Que nadie rebaje a lágrimas o reproches
esta declaración de la maestría de Dios,
que con magnifica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros
hizo dueños a unos ojos sin luz
que solo pueden leer
en la biblioteca de los sueños
los insensatos párrafos
que ceden el alba a su afán.
Lento en mi propia sombra
la penumbra hueca exploro
con el báculo indeciso de mi ser".
Como dijo Hemingway: ”nadie es una isla completa en si mismo, y por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por tí". Doblan y repican, intentar buscar respuestas a tanta pregunta vaga como incierta; sueños en los que un día surgió el amor como un peregrino que quería venir hacia mí, para hacerme dueño y esclavo de su existencia, pero sin saber como llego a penetrar en lo mas profundo de mi ser. Querer estar entre los labios de ese amor soñado, labios que nunca pregunten ni indagen, que al reflejarse en el espejo no nos traicionen, que ese mundo sospechado pueda pueda ser realidad en te los propios ojos. Somos rumbos tan dispares y confundidos pero tan conectados, que ambos van al propio encuentro,