sábado, 22 de octubre de 2016

Con la mirada de la verdad

En el silencio de la noche, el hombre se encuentra como aquel que se siente casado antes de la boda, sin preveer los terribles sufrimientos que en el futuro le depararán la soledad, las privaciones y la nostalgia de los tiempos mejores pasado. Pronto sus malas y tristes pasiones se apagan, para dejar lugar a expresiones, en ocasiones excepcionalmente intensas de amor y ternura, sin despreciar aquellos tiempos en que le bastaba un beso, una caricia o tan solo una mirada de la mujer amada, para sentir que la vida valia la pena de ser vivida.
El hombre cabál no confia que nunca nada bueno pudiese ocurrir por si mismo, sabiendo que con dureza tendría que luchar por todo cuanto quiera alcanzar en la vida.Y en el amor la adaptación mutua entre dos seres solo podrá progresar de forma favorable dentro de la relatividad con lo que todo lo humano sule transcurrir. Uno siente que sus instintos son mucho más poderosos sin duda alguna, que las del común de los hombres, pero mucho más poderosos son aún las represiones que tiene que sufrir por el entorno en el que uno vive.Aún así la combinación de estas dos caracteristicas traen como resultado normalmente un excepcional intensidad interior.
Se reclama del projimo lo que no está en su naturaleza, y nada se ofrece a cambio de eso; la sangre y los sufrimientos en común constituyen la base mas solida y predurable de los vinculos más firmes entre dos personas, y más aún cuando están los sentimientos del amor por medio. Así uno nunca sabrá si es uno mismo el objeto del cariño y el amor del otro o es solamente la consagración lograda en el concepto que los demás tienen de tí.
Pero, ¿quién está en contra de la evasión? Solo el guardian de las pasiones, pues a veces todos necesitamos escapar de lo que otros consideran que es la realidad. el mundo es tan desesperanzador que necesitamos cntinuamente cuestionarlo, y la única forma es imaginar otras realidades.
Cuando la persona amada se va y desaparece de nuestras vidas, aún no ha echo por completo todo su viaje. y todos sabemos que el dolor y la desesperacion viene en oleadas a la vida, por lo que solo despues de mucho tiempo esas olas son mas suaves y entonces afloran los recuerdos más hermosos sin necesidad de estar asociados y atados eternamente al dolor.
Ser maldecido por quienes desprecias es saber que esa es una de las mejores maneras de impulsar a un hombre hacia delante, con paso firme, sin posibilidad de retroceder alguna.

viernes, 14 de octubre de 2016

Proezas del pensamiento


Entendemos que hemos de vivir en el presente en contacto contínuo y dinámico con la realidad circundante, y qu nunca hemos de rehuir de esta nuestra vida para forjarnos una vida mejor que hemos recreado en nuestra imaginacion, por que puede que sea tan esteril para nosotros mismos como para todos aquellos que nos rodean ya los cuales queremos. queremos amar, sentimos la necesidad de amar, de pensar en la belleza de las personas, pero esa belleza no se encuentra en el misterio de lo no alcanzado, sino en el deseo de encontrarlo y penetrarlo para hacerlo nuestro, aun a sabiendas que ese es un camino peligroso que puede llevarnos al caos total en nuestra existencia.
No sabemos aceptar, ni podemos hacerlo, que nuestra vida sea la de un ser esteril que huye de su propia vida para forjarse de forma quimerica una vida que creemos mejor y mas merecida, pues la sola contemplacion de nosotros mismos nos condicionara hasta hacernos soñar despiertos, recreandonos en un mundo irreal aparte,  en el que gozariamos de forma egoista y donde nuestros pensamientos continuarian girando en torno a una sensacion de desconsuelo y al ansia de una mor y un reconocimiento que solo enturbiaria el cristal de los sueños en los que nos miramos.
El corazon entonces latirá atónito y disperso, y todo en nuestra memoria se rompera como una pompa de jabon que se expone al viento de los recuerdos, cayendo en la angustia de perder para siempre los sueños felices casi en ese mismo instante, y tan solo tendriamos sueños vacios de todo aparente consuelo.

Desde lo más profundo del alma


La memoria y los recuerdos son esa gran trampa en la siempre caemos cuando creemos estar más libres de nosotros mismos, aunque nos sintamos hijos de una tierra pobre e ignorante, de una tierra y una vida donde todo está aún por hacer. Convencidos de que hemos de morir y que sabremos bien morir, o al menos lo pretendamos, hemos de procurar ahora saber a vivir para intentar conservar lo poco que aún tenemos de nosotros mismos. Cuantas veces pensamos que todo es ya pura rutina, pareciendo como si de hecho naciéramos un poco cada día procurando que esta nuestra insoslayable vida es un continuo aunque no perfecto nacimiento.
Muchas veces me pregunto si tengo algún vicio que me permita sobrevivir de la manera que sea y me respondo que pudiendo tener todos o ninguno si he sabido gozar de lo ganado sintiendo poco o nada de lo perdido, y todos hemos tenido amores a quien hemos querido sin haber sido correspondidos al igual que de esa forma nos han querido...pero siempre vamos demasiado deprisa por la vida, recordando infancias y juventudes añoradas por lo allí vivido, pero al final recordadas con la melancolía de lo que nunca podrá volver a ser igual.
Me gusta conversar con la sombra que me acompaña de día, pues mi voluntad y casi mi identidad se perdio en una noche de luna clara y radiante, convencido de que para  avanzar por el camino de la vida con pie firme y talante erguido, se han de superar las limitaciones de la timidez del ser demasiado introvertido. Y en esas noches claras en las que uno piensa en las cosas de la vida, en el amor perdido y no correspondido, en el paso inexorable del tiempo, en la propia vida vida como un eterno caminar siempre hacia delante y sin posible retorno, para ni tan siquiera poder expresar aunque fuera con simples palabras la voluntad de vivir y actuar en e lpresente y renunciando con resignacion el futíl intento de recuperar alguna vez el pasado aunque tan solo fuera en el recuerdo.

domingo, 9 de octubre de 2016

Pensamientos en la nocturnidad

En esas noches apacibles, en calma, donde el tiempo parece detenerse para no perder ni un instante del mágico momento en que la penumbra y la soledad nos invade y nos arropa para dejarnos expresar desde lo más profundo de nuestro ser todo aquello que de otra manera y circunstancia no podría aflorar más allá de nuestro interior. La noche con sus sombras perpetuas que nos mantienen alerta y tan despiertos y atentos que Ana puede escapara nuestro control aunque sea de forma momentánea y personal. Momentos en los que la verdad y la sinceridad no dejan espacio al desvarío que en otras condiciones tomarían el mando de nuestros propósitos actos y pensamientos.
Y todo ello tal vez acrecentado por el echo que a partir de una edad en la que las vivencias han colmado el tiempo que no se ha desperdiciar para aflorar todo ese pensamiento inconsciente, o tal vez de lo más consciente aunque reprimido, que nos retuerce y empuja por dentro, buscando una salida tan necesaria como el fluir de la propia vida.
Momento definitivo, necesario y vital para dar rienda suelta a ese caballo desbocado que son los pensamientos y los sentimientos que intentan escapar de sus propios condicionamientos, que la propia sociedad o entorno nos hace mostrarnos tan diferentes e irreales que uno pierde su propia esencia en detrimento de la realidad limitadora y opresora.
Quisiera expresarme con toda la propia plenitud de mi ser, de mi pensamiento, de mis razones y justificaciones, sin cortapisa alguna para poder así sentirme vivo, realizado y tal vez más libre de lo que soy y me siento en realidad; y es or todo ello por lo que uno se ampara en la individualidad de la noche, en la soledad, con la certeza de ser uno mismo en su potencialidad, no dependiendo en modo alguno de nada que uno no pueda controlar al menos mientras está a solas consigo mismo.
Porque, ¿qué hay más hermoso y verdadero que valerse de la palabra libre para expresarse uno en toda su plenitud?. Pues esta debería ser a forma en que uno dirime su quehacer al menos en estos momentos en los que  se siente pleno y real como debió de ser siempre. Y lo que uno quiere expresar en esos momentos no es sino su vivencia más vital, apartado de todo condicionamiento propio o ajeno, siendo así que no hay lugar para el autoengaño que tanto nos limita y condiciona en el día a día.
Actuamos sobre todo en función de lo que se espera de nosotros por parte de nuestro entorno, ya sea la familia o la propia sociedad en la que estamos necesariamente inmersos, pero con las limitaciones que nos permiten seguir adelante para no separarnos ni un ápice de todo lo convencional y esperado. De no ser así seriamos tan diferentes que nuestra propia individualidad quedaría apagada y retraída por el bien de los demás pero no de nuestro propio ser. Y se llega a una cierta edad en la que todo esto nos importa tan poco, que dejarla de lado o ignorarla no nos produce ya la más mínima preocupación, y le damos tan poca importancia que nos dejamos llevar ya por los propios impulsos y deseos sin tener en cuenta esa correlación que nos limitaba y nos hacía ser uno más del engranaje de la vida.
Pero qué importa todo ello, si la vida ya no me puede condicionar más de lo que ya lo hizo, pues nada cabe esperar cuando estas ligado a un pasado que ya no se puede cambiar.

Renovadas sensaciones

De nuevo afloran sensaciones latentes casi en el olvido que no hacen otra cosa sino alimentar los sentimientos dispersados por el camino del recuerdo, corriendo el riesgo de perderse sin poder haberse manifestado en toda su plenitud.
Decadencia de una vida inacabada por no ser resuelta de manera que pudiese haber llenado el vacío de una existencia plena pero inconformista, que de otra forma hubiese podido haber resultado ser un cúmulo de experiencias vitales que complementarán una vida cargada de emociones que se quedaron en la penumbra del camino que nunca se pudo recorrer.
En en estos momentos cuando uno hace recuento de los momentos pasados en los que pudo ser lo que uno hubiese deseado pero que fueron frenados por ese adaptarse al momento que la propia vida requería, pero que de en otras circunstancias se hubiesen presentado de forma más racional y personal, sin que por ello hubiese influido de forma menos positiva que en la forma que vieron la luz.
¿De qué modo la vida nos ofrece la manera de ser nosotros mismos, libres de toda atadura a los condicionamientos que modulan nuestra existencia? Queremos y amamos de la forma y manera que se espera de nosotros, pero el corazón cuántas veces nos solicita permiso de forma inconsciente pero reconocible para actuar en contra de toda previsibilidad, simplemente para poder ser nosotros mismos sin caer en las garras de la indiferencia y apatía ante la propia vida.
Pero seamos sinceros sobre todo con nosotros mismos, sin engañarnos con falsas pretensiones ante los demás, y actuemos como deseamos en todo momento sin pensar en las consecuencias de nuestros propios hechos, pues ello nos permitirá ser no sólo más felices si no más auténticos, lo cual permitirá a los demás percibirnos en toda nuestra plenitud, sin ataduras ni convencionalismos, para de esta manera ser no sólo más felices sino también más fieles con nuestras propias convicciones y forma de ver la vida.
Queremos ser identificables de manera tan obvia que en la mayoría de las ocasiones resultamos ser personajes grotescos cuando no quijotescos, siendo conscientes de que ello no nos conduce a ninguna parte ni nos aporta nada positivo a nuestra existencia, pero hay un punto de cobardia o tal vez de indiferencia en nuestro devenir que nos impide enfrentarnos a todo aquello que aún sabiendo no estamos de acuerdo ni en consonancia con ello, somos conscientes de que nos impide evolucionar de forma positiva relegando nos a meros espectadores de nuestra propia vida.
Y en el amor tal vez sea donde más se nota la presencia de nuestra impotencia y desidia ante nuestra propia realización, ya no sólo como personas si no como hombres y mujeres en los que la razón vence al corazón sin visos de poder cambiar para favorecer los deseos más ocultos y personales que están ocultos de forma callada dentro de un corazón gélido que no permite su propia autonomía con respecto a poder manifestarse de la forma deseada y no de esa manera autómata que rige las relaciones con todos aquellos que nos rodean.
Ver para creer, o tal ve sería mejor decir vivir para subsistir, porque vivir así no es sino pasar sin pena ni gloria por nuestra historia vital sin el reconociendo que es el más importante, que no es otro que el de nosotros mismos. Queremos y deseamos amar con todas nuestras formas, expresar nuestros sentimientos de la forma que tan solo nosotros de forma individual sabemos hacerlo, de esa manera que tan solo es reconocible por nosotros mismos pero que es lo suficiente para colmarnos de la felicidad a la que todos aspiramos en el paso breve e irrepetible que es la propia vida; dejamos tantas emociones sin manifestar, tantos sueños sin realizar, tantas vivencias sin cumplir, que al final del camino solo llevamos en la mochila de la vejez la carga de los deseos frustrados, insatisfechos hasta con los propios recuerdos pues ellos nos mantienen vivos en la memoria todo aquello que deseamos y pudimos ser pero que no se culminaron por las trabas que la vida en sí misma nos pone en el camino.
Pero a pesar de todo seguimos adelante y luchamos por sobrevivir en este mundo de incomprendidos en el que somos uno más perdidos y disipados entre la penumbra de la vida, como sombras desdibujadas intentando pasar de la forma más desapercibida que podamos para no sentirnos relegados a meros espectadores sin poder formar parte del teatro de la vida, y así no frustrarnos y al final engañarnos pensando que a los demás también les ha ocurrido lo mismo por no actuar tampoco de forma mínimamente diferente a la nuestra.
Pobre consuelo es ese, aunque al menos algo queda. 

Pensamiento único


En la soledad de la noche, y con la sola compañía del rumor desencadenado por la oscuridad que nos hace sentirnos más seguros ante presencias no deseadas, el hombre intenta despejar sus propias dudas ante todo cuanto nos acontece. Es por ello que es precisamente en esos momentos cuando se siente más seguro de sí mismo, libre de todo condicionamiento para poder expresarse de forma más sincera y así lograr una mayor simbiosis con todo cuanto le rodea, sin tener que pararse a pensar si será aceptable su comportamiento, su pensamiento y tal vez sea la única forma de saberse único y diferente para poder lograr la felicidad que siempre ha ansiado.
Saberse liberado en toda esencia permite poder divagar sobre el devenir de las cosas propias, sobre esos anhelos reprimidos sin motivo alguno que le convenza y así sentirse en el camino correcto que siempre persiguió con ahínco y perseverancia aún cuando no podía ver los resultados de una forma real, sino más bien siempre coarcionado por todo aquello que detesta y ansia dejar atrás, formando parte de una pesada carga de la que tarde o temprano sabe ha de abandonar.
Pero no es todo ello suficiente. Además necesita de estar seguro de que el rumbo ahora seguido es el correcto, y que ahora más que nunca se ha de convencer de que todo el esfuerzo realizado y toda la espera que ha tenido que sufrir al fin le da la recompensa tanto tiempo esperada y por qué no decirlo tan merecido por lo mucho que por ella supo esperar como sufrirla en silencio para no ser pasto de la indiferencia y la incomprensión de todos cuantos pensaban que jamás llegaría más allá de las posibilidades que ellos pensaban que tenía sin base alguna real para poder llegar a esa nefasta conclusión.

martes, 14 de junio de 2016

Nocturno



En esas noches apacibles, en calma, donde el tiempo parece detenerse para no perder ni un instante del mágico momento en que la penumbra y la soledad nos invade y nos arropa para dejarnos expresar desde lo más profundo de nuestro ser todo aquello que de otra manera y circunstancia no podría aflorar más allá de nuestro interior. La noche con sus sombras perpetuas que nos mantienen alerta y tan despiertos y atentos que Ana puede escapara nuestro control aunque sea de forma momentánea y personal. Momentos en los que la verdad y la sinceridad no dejan espacio al desvarío que en otras condiciones tomarían el mando de nuestros propósitos actos y pensamientos.
Y todo ello tal vez acrecentado por el echo que a partir de una edad en la que las vivencias han colmado el tiempo que no se ha desperdiciar para aflorar todo ese pensamiento inconsciente, o tal vez de lo más consciente aunque reprimido, que nos retuerce y empuja por dentro, buscando una salida tan necesaria como el fluir de la propia vida.
Momento definitivo, necesario y vital para dar rienda suelta a ese caballo desbocado que son los pensamientos y los sentimientos que intentan escapar de sus propios condicionamientos, que la propia sociedad o entorno nos hace mostrarnos tan diferentes e irreales que uno pierde su propia esencia en detrimento de la realidad limitadora y opresora.
Quisiera expresarme con toda la propia plenitud de mi ser, de mi pensamiento, de mis razones y justificaciones, sin cortapisa alguna para poder así sentirme vivo, realizado y tal vez más libre de lo que soy y me siento en realidad; y es or todo ello por lo que uno se ampara en la individualidad de la noche, en la soledad, con la certeza de ser uno mismo en su potencialidad, no dependiendo en modo alguno de nada que uno no pueda controlar al menos mientras está a solas consigo mismo.
Porque, ¿qué hay más hermoso y verdadero que valerse de la palabra libre para expresarse uno en toda su plenitud?. Pues esta debería ser a forma en que uno dirime su quehacer al menos en estos momentos en los que  se siente pleno y real como debió de ser siempre. Y lo que uno quiere expresar en esos momentos no es sino su vivencia más vital, apartado de todo condicionamiento propio o ajeno, siendo así que no hay lugar para el autoengaño que tanto nos limita y condiciona en el día a día.
Actuamos sobre todo en función de lo que se espera de nosotros por parte de nuestro entorno, ya sea la familia o la propia sociedad en la que estamos necesariamente inmersos, pero con las limitaciones que nos permiten seguir adelante para no separarnos ni un ápice de todo lo convencional y esperado. De no ser así seriamos tan diferentes que nuestra propia individualidad quedaría apagada y retraída por el bien de los demás pero no de nuestro propio ser. Y se llega a una cierta edad en la que todo esto nos importa tan poco, que dejarla de lado o ignorarla no nos produce ya la más mínima preocupación, y le damos tan poca importancia que nos dejamos llevar ya por los propios impulsos y deseos sin tener en cuenta esa correlación que nos limitaba y nos hacía ser uno más del engranaje de la vida.
Pero qué importa todo ello, si la vida ya no me puede condicionar más de lo que ya lo hizo, pues nada cabe esperar cuando estas ligado a un pasado que ya no se puede cambiar.

domingo, 12 de junio de 2016

Noches de ensueño

La noche es lo que tiene, que uno se pone a pensar de una manera tan distinta  de lo cotidiano, aunque de forma tan real , sincera y verdadera como,la,del propio "yo" cuando se disipa y libera de los propios condicionamientos del propio ser. Es cuando uno se muestra más sincero consigo mismo y con ese mundo exterior que le bloquea y le reprime en tantas ocasiones, en la que uno no sabe si habla por su inconsciente o por sí mismo sin ningún tipo de traba ni convencionalismo impuesto.
Es en esos momentos en los que la realidad y la fantasía, o mejor dicho la realidad y el instinto se unen en un solo ente que le permite a uno expresarse con su interioridad oculta, cuando no reprimida, para dar rienda suelta a todo cuanto le empuja desde lo más profundo a seguir adelante.