Quién pudiera estar ahí, bajo la sombra del almendro observando el lento fluir del agua a través de la rueda de molino que la impulsa para llevar el frescor al interior de la vivienda; montañas guardando las espaldas protegiendo la intimidad de sus habitantes, un río trayendo y llevando con su sonoro fluir el agua que contempla a su paso a todos aquellos que se acercan a él para observarle, y con su susurro contarle sus más intimos pensamientos, y compartir sus deseos más vehementes, para que se los lleve y caben en el remanso que no podemos ver, pero que sabemos que está ahí, y por ello nos conforta; paisaje idílico ¿a quién no le gustaría poder vivir en tan bello lugar? ¿quién no sería capaz de ser feliz en un atardecer recostado en el ancestral tronco viendo ese cielo azul dejando volar su imaginación hasta alcanzar su más alto vuelo?.