Bueno, ¡ya la tenemos aquí! nuestra amiga o más bien nuestra compañera de viaje implacable año trás año, que nos acompaña querámoslo o no, para alegría de muchos pero también para fastidio de no pocos, de los cuales una minoría solo lo reconoce mientras que los demás lo sufren por dentro, deseando pase estos días lo más rápido posible.
Sea de una u otra forma, el caso es que lo queramos o no, son fechas para pasarlas de la mejor manera posible, en compañía sobre todo de esos seres queridos que tenemos en la distancia la mayor parte de nosotros, a los que anhelamos tanto, que la fecha en sí y su significado pasan a un segundo plano. También es buen momento, para reflexionar sobre ese camino andado en los últimos meses, con la mochila a cuestas de nuestros deseos cumplidos o frustrados, de los anhelos conseguidos o no, de las espectativas realizadas o dejadas en el zurrón de lo imposible o desdeñable ya, trás el paso del tiempo, pero también para ser conscientes de que en ese camino hemos dejado no pocos esfuerzos e ilusiones, en compañía o en la soledad del caminante sin rumbo fijo pero en dirección hacia una nueva esperanza.
Más seamos sensatos y coherentes al menos con nosotros mismos y por una sola vez, para que sí, nos sirva de precedente y rompamos las reglas de todo cuanto está preestablecido, pues nada ni nadie debería guiarnos por la senda a seguir; hemos de guiarnos por nuestro propio sentido de la vida, sin concesión alguna a nada ni nadie, solo así seremos coherentes con nuestro propio ser y nuestra propia forma de pensar.